La oportunidad del cambio

La sociedad ha estado 50 días de confinamiento. Las emociones de pánico, angustia y sumisión han ido dando paso a otras de incertidumbre, desconfianza y rabia.

Muchas personas están bajo los efectos del estrés post-traumático derivado de la privación prolongada de libertad por una amenaza invisible. Sin imágenes de los muertos, ni duelo colectivo.

La percepción de este caos, frente al que no se ven planes de salida, el temor y la confusión que produce, alteran la capacidad de pensar racionalmente sobre la situación y nos colocan en una posición de defensa constante más que de acción y de construcción.

Nos enfrentamos a enemigos invisibles biológicos o económicos que sesgan nuestra capacidad de pasar a la acción.

Los próximos meses serán claves para posibilitar un salto socioeconómico evolutivo sin precedentes o caer en una zanja de la que será difícil salir. Es el momento de que el adulto-líder que todos llevamos dentro aparezca.

El fin de un ciclo

La confinación de emergencia mundial consecuencia de la pandemia ha suspendido total o parcialmente la mayoría de las actividades económicas, incrementado el desempleo, mostrando en toda su crudeza una de las peores crisis mundiales desde la Gran Depresión en los países del G20 que se ocultaba desde 2008. El cataclismo ha obligado a los gobiernos de todo el mundo a gestionar lo desconocido.

La situación económica mundial previa presentaba ya importantes desafíos antes de desatarse la pandemia:

  • El valor real de los activos y del dinero que se invierte en ellos.
  • La crisis energética del petróleo.
  • El modelo de capitalismo basado en la rotación.
  • La crisis de los partidos políticos y sus líderes que no saben cómo afrontar el cambio más importante de la historia de la humanidad.
  • La apatía social de un modelo caduco.

De aquellos polvos, estos lodos

Desde la crisis de los “bonos basura” en 2007, desencadenada por Leman Brothers, la FED y el BCE se lanzaron a una compra masiva de bonos soberanos y corporativos haciendo que, a partir de ese momento, el valor real de los activos fuese desconocido para los inversores. Muchas empresas que hubiesen tenido que morir, si no hacían el ingente esfuerzo que supone la innovación real, no verbal, se mantuvieron gracias a los paliativos de créditos y subvenciones. Desde entonces el precio del dinero se ha ido desplomando hasta el actual 0%.

Al mismo tiempo, como parte de su estrategia para superar la crisis, EE.UU aplicó el fracking a la extracción de gas y petróleo para abaratar sus costes, contribuyendo así al deterioro medioambiental.

En 2019, Rusia y los países árabes decidieron ordeñar su vaca (BCG), llegando a poner el precio del barril de Brent por debajo de 20 dólares en medio de la pandemia, sacando de un plumazo a EE.UU del tablero de juego energético mundial, ya que a partir de 50 dólares el fracking no es rentable.

Así las cosas, hay una carrera para encontrar un sustituto real del petróleo. EE.UU y China de momento van a la cabeza para conseguir una energía infinita y limpia que viene del recurso más abundante de la Tierra: el hidrógeno azul, marino.

A la vez, el ritmo de consumo para mantener el crecimiento de un modelo basado en rotación vs margen se ha disparado, mostrando su peor cara, como todos los sistemas al llegar al final de su ciclo de vida.

Una de las consecuencias colaterales de ese consumo desmesurado, incrementadas por la pandemia, ha sido que China se ha convertido en la fábrica del mundo, incrementando el saldo positivo de su balanza comercial con las primeras economías mundiales, entre ellas Estados Unidos.

El gigante norteamericano trató de revertir su déficit en 2018, vía aranceles de dudosa legalidad, sin que la OMC se pronunciase a pesar de las quejas del país asiático. La batalla se extendió al escenario tecnológico, una de las dos patas, junto a la energía, del nuevo modelo mundial que se está gestando. La carrera por el 5G para controlar el IoT se ha convertido en un nuevo capítulo de la guerra fría entre EE.UU. y China.

¿Del G20 al C20?

La siguiente etapa que auguran economistas, como el Catedrático en Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, Santiago Niño Becerra, entre otros, es la de la normalización del control de la sociedad por las corporaciones empresariales, sin filtros gubernamentales, lo que llamaríamos el C20.

Un estudio socioeconómico realizado por Tarazaga EBM, en 2010, con nuestra metodología de aceleración de la consciencia ©La Gestión de la Motivación, acerca de la crisis que se estaba atravesando, arrojó datos reveladores sobre los valores sociales que se estaban empezando a movilizar.

Las emociones que invadían en ese momento a la sociedad, una vez que había calado el impacto de la crisis del 2008, eran de “apatía, desánimo, pesimismo e incertidumbre”. La causa básica de estas emociones era la creencia, que emergía del inconsciente, de “un modelo social caduco”. La responsabilidad de esta situación se atribuía en un 77% a la sociedad y en un 23% al poder político y económico.  El valor caduco del modelo era visualizado como una desenfrenada carrera para tener más sin importar atropellar.  Al poder político y económico se le acusaba de falta de honestidad, porque no sabía cómo gestionar la situación y no lo decía.

En aquel momento, las soluciones estaban aún enterradas en lo más profundo del inconsciente colectivo. Tarazaga EBM está llevando a cabo, entre mayo y septiembre de este año, un estudio en la CAV, “Escenario socioeconómico Post Covid19”, sobre las causas básicas de los desafíos a los que nos enfrentamos y el camino que ve la sociedad para salir de ellas.

La crisis, oportunidad

La pandemia ha creado un nuevo escenario, con efectos graves sobre los seres humanos, las empresas y la economía. Lo ha hecho en un momento en el que los conocimientos científicos y tecnológicos nos permiten dar el salto evolutivo más grande de la humanidad.

Dejar a los responsables de las empresas y los gobiernos solos en esto es una actitud infantil que ya no cabe y no devolverá buenos resultados. Las personas somos capaces de aprender, trabajar, colaborar y construir cuando somos mental y corporalmente conscientes de dónde estamos, dónde vamos y lo que nos espera si no nos movemos.

Churchill prometió a su pueblo sangre, sudor y lágrimas. “Si no desfallecemos y perseveramos con la mirada puesta en un objetivo común – dijo a los británicos en la Segunda Guerra Mundial- ¡la victoria será nuestra frente a cualquier desafío!”

En Tarazaga llevamos 22 años movilizando con excelentes resultados equipos que integran sindicatos y comités de dirección, ciudadanos y gobernantes, empresas, consumidores y clientes.

Cuando las personas tomamos consciencia de lo que de verdad necesitamos, somos imbatibles.